Cuándo y cómo llegó el café a México

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Desde que el café llegó al territorio ha tenido una gran importancia gastronómica y cultural, además de que siempre ha sido un pilar económico para diversas familias rurales

Redacción

El café es una de las bebidas favoritas de muchas y muchos alrededor de todo el mundo, su textura, su aroma y su sabor logran conquistar no sólo el paladar de las personas, sino también su corazón. Se trata de un líquido ancestral que, según varias fuentes, nació en África específicamente en Etiopía, pero ¿cómo fue que desde hace tanto tiempo logró conquistar al país?

Aunque hay diversas explicaciones de cómo llegó al territorio, el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA) comenta que fue introducido en el año 1795 durante los tiempos de la Nueva España.

Arribó en los barcos de inmigrantes franceses que visitaron el país y desde el principio formó parte de una nueva estrategia de negocios, la cual al poco tiempo fue financiada por la Corona española y pronto pudo alcanzar gran éxito en la sociedad.

Su producción inició en Córdoba, Veracruz, permitiendo desarrollar y generar bienestar en la zona donde sus habitantes comenzaron a organizarse para aprovechar el cultivo”. Cuando esta planta llegó al país no sólo se diversificó la gastronomía de aquel entonces, también significó una gran oportunidad de trabajo para las y los jarochos, puesto que “miembros de diversas comunidades se dedicaban a procesarlo, transportarlo y comercializarlo”.

Existe otra versión que apunta que, efectivamente, este brebaje pisó la nación a finales del siglo XVIII, la diferencia se encuentra en que se dice que llegó cuando los españoles se encargaron de traer las primeras plantas provenientes de Cuba.

No obstante, se cuenta que el cultivo de café con una visión de negocio fue traído por alemanes, franceses e italianos, quienes también se encargaron de llevar la bebida a otros países de América Latina. Se afirma que fueron estos extranjeros los que se encargaron de darle un impulso porque España se encontraba ocupado invirtiendo todo el presupuesto en los depósitos de minerales de oro y plata que dejaban muchas más ganancias.

CEDRSSA explica que la falta de interés por parte de las autoridades permitió que diferentes grupos agrícolas, conformados principalmente por indígenas, conservaran pequeñas parcelas de tierra en montañas aisladas, al poco tiempo, se replicó esta situación en la parte sur del territorio, en donde Guatemala tuvo un papel central.

Con los conflictos de la Independencia y la inestabilidad política muchos campesinos pudieron conservar sus tierras y trabajarlas libremente, fue así como el desarrollo cafetalero que comenzó en Veracruz se expandió a Guerrero, Chiapas y Oaxaca principalmente.

Por otro lado, el Gobierno de México destaca que desde que la planta se adaptó a la región mexicana empezó a posicionarse como uno de los cultivos más importantes, tanto que actualmente el café es “una de las bebidas más populares y su producción en el país es tan amplia que hoy por hoy es el onceavo productor a nivel mundial”.

La misma fuente detalla que México ocupa uno de los primeros lugares como país productor después de Brasil, Colombia, Indonesia, Vietnam y otros, “con un volumen de producción que oscila entre los 4 a 5 millones de sacos por año”.

Esta semilla se cultiva en 12 estados: Chiapas, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Guerrero, Hidalgo, San Luis Potosí, Nayarit, Colima, Jalisco, Querétaro y Tabasco. “La época de recolección del café inicia en el mes de septiembre y concluye en el mes de marzo del siguiente año”.

El Instituto Nacional de la Economía Social agrega que la plantación se realiza bajo sombra, lo cual permite la “conservar el medio ambiente, la flora y fauna, mantos acuíferos, captación de carbono y además regala una vista maravillosa con diversos tonos de colores”.

Una taza de café, aparte de aportar energía, antioxidantes y otros beneficios al cuerpo, está llena de historia. Lo mejor es que en la actualidad existen múltiples estilos para disfrutarlo: con leche, frío, con canela y un sinfín de opciones.