Oro, el joven que revolucionó la lucha libre en México y murió de forma trágica en el Arena Coliseo

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  • Su carisma y habilidad en el ring le auguraban un gran futuro en el pancracio, aunque la muerte lo sorprendió un 26 de octubre mientras luchaba en el Embudo de la Lagunilla

Redacción

Jesús Javier Hernández González. El nombre, quizá refiera a un mexicano más. Sin embargo, su trascendencia en el cuadrilátero mexicano fue tal que revolucionó la lucha libre mexicana. Oro, como era conocido en las mejores arenas de México y Japón, fue un joven que abanderó la nueva escuela de los voladores enmascarados con su agilidad en el ensogado. Sin embargo, a pesar de su carisma y técnica depurada, perdió la vida en el ejercicio de su profesión antes de llegar a consolidarse.

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 24 de diciembre de 1971. Heredó el gusto por la lucha libre gracias a su padre, quien se desempeñó en la misma disciplina de manera profesional cuando dio vida al personaje de Calavera II. Su afición era tal que desde la infancia se planteó el objetivo de convertirse en campeón de lucha libre, según declaró su hermano Plata al periódico Excélsior.

Fue a los 14 años cuando optó por seguir los pasos de su padre, quien también se encargó de entrenarlo y encaminarlo hacia el inminente éxito que estaba por conquistar. Posteriormente, a su equipo de mentores se sumó el Diablo Velasco. Con su esquina conformada, incursionó en el ámbito amateur de Lucha Olímpica, disciplina en que se hizo acreedor a dos medallas de oro a nivel nacional.

Esteban, su hermano de sangre y el hombre responsable detrás de la identidad de Plata, fue el primero en mudarse a la Ciudad de México para probar suerte. Años después le siguió Jesús Javier, aunque en un principio encarnó al Nuevo Spiderman. No fue sino hasta principios de la década de los 90 cuando cambió su identidad a la de Oro y dio forma a su incipiente trayectoria.

Su estilo, de inmediato, chocó con el reforzado desde que el Santo y Blue Demon encabezaban las carteleras más importantes. Como si fuera su ámbito natural, Oro conocía a la perfección cada centímetro del cuadrilátero y lo utilizaba a su favor para ejecutar cada uno de sus lances y acrobacias. El mortal de espaldas desde la tercera cuerda fue su sello personal, aunque en su repertorio también hubo movimientos que otros acróbatas como Místico implementaron en su estilo propio.

La admiración y carisma que despertaba entre los aficionados pronto lo consolidaron como una de las principales apuestas de su empresa. De esa forma, protagonizó giras internacionales por Japón, en un par de ocasiones, así como Costa Rica y Estados Unidos. En México consiguió el Campeonato Nacional Semi completo, así como el Nacional de Parejas junto con Plata y el de Tríos del Estado de México con Bronce.

Los Metálicos, dupla conformada con Platase volvieron la sensación del pancracio mexicano. Verlos descender y caminar por la pasarela hacia el ring era garantía de espectáculo. La principal rivalidad que los hermanos constituyeron fue en contra de Dr. Wagner Jr., Jaque Mate y Kahoz, la tercia contra quien Jesús Javier entabló su última pelea.

El 26 de octubre de 1993, a los 21 años, Oro se dio cita en la Arena Coliseo para enfrentar a sus contrincantes junto a Brazo de Plata y La Fiera. Al enfrentar a Kahoz en la primera caída, el tapatío recibió un golpe en el pecho que lo cimbró hasta minutos después. Corrió tras el rudo y, una vez que descendió del cuadrilátero, le fue imposible volver a incorporarse. Se desvaneció y permaneció tendido en una esquina hasta que un referee solicitó el apoyo de los médicos.

Mientras sus compañeros se batían en el cuadrilátero, Oro no dejó de tocar su pecho. Fue necesario sacarlo del lugar en una camilla para evaluar su lesión. Sin embargo, no logró llegar al hospital, pues perdió la vida mientras era trasladado a la ambulancia ubicada a las afueras de la Arena Coliseo. Su hermano Plata llegó a referir que la causa de su deceso “fue un derrame cerebral, se iba ahogando con su sangre en desesperación”.

Ese fue el trágico final de uno de los luchadores ícono del pancracio mexicano. Sin embargo, sus compañeros de profesión aseguran que la disciplina, calidad humana y el respeto a la lucha libre fueron constantes en toda su trayectoria. Por otro lado, en su legado dejó las bases para que las nuevas generaciones de luchadores brillaran en los aires de las arenas más prestigiosas del país.