El día que casi se suspendieron las fiestas navideñas en México

0
20
  • Fue durante el II Imperio Mexicano, bajo el mando de Maximiliano de Habsburgo, cuando las tradiciones europeas de la época llegaron al país y se fueron mezclando con lo que se había heredado de la Nueva España

Red de corresponsales

Pese a que la Navidad en México es una de las épocas más esperadas del año, ya que en la actualidad es sinónimo de tiempo en familia, de regalos, de vacaciones y de buena comida, existió un día en que estuvo a punto de ser cancelada la época decembrina debido a un decreto real.

Y es que el siglo XIX en la historia de la nación siempre será recordado como uno de los más caóticos en cuanto a la organización social y del Estado, debido a que estuvieron en juego muchas formas de gobierno, constantes gobernante asumieron el control de las Fuerzas Armadas, motivo por el cual las batallas bélicas fueron una realidad habitual en el día a día de la ciudadanía de la época.

En medio del II Imperio Mexicano, al mando del emperador Maximiliano de Habsburgo, desde Europa llegó la noticia de la muerte del rey de Bélgica, Leopoldo I, padre de la emperatriz Carlota. Al darse a conocer el hecho, el gobierno real decidió proclamar el 24 de diciembre de 1865 como día de luto nacional, impidiendo que se desarrollaran festividades de celebración.

Sin embargo, al haber dos gobiernos en el país, el presidente Benito Juárez, así como todo su gabinetey el resto de la ciudadanía desconocieron dicho decreto, aquellos que apoyaban la república presidencialista que impulsaba el ala liberal continuaron las tradiciones católicas como asistir a la misa de Nochebuena o cenar en familia.

No obstante, de acuerdo al Centro de Estudios de Historia de México de la Fundación Carlos Slim, el grupo de los conservadores, lo que trajeron a Maximiliano a México con la promesa de ser el monarca de un nuevo reino, fueron los únicos que guardaron el protocolo solicitado por la casa real, mismo que ordenó que se desarrollara una ceremonia en la corte en honor al monarca finado.

Aunque un año antes el gobierno encabezado por los Habsburgo habían traído al país la tradición alemana del árbol de Navidad para adornar el Castillo de Chapultepec, en 1865 se decidió apagar todo índice de celebración decembrina y privilegiar el duelo de la familia real, por lo menos en los alrededores del Paseo de la Emperatriz, hoy Paseo de la Reforma en la Ciudad de México.

Conviene resaltar que a finales de 1864, tan solo unos meses después del arribo del matrimonio monarca, se colocó el primer pino navideño en suelo mexicano, la decoración causó furor debido a que vislumbraron elementos totalmente nuevos; los cuales no tardaron en ser adoptados por las élites, quienes decidieron dejar a un lado la herencia hispana y despedirse de los nacimientos como el centro de las decoraciones.

Tres años más tarde, ya en 1967, cuando Maximiliano es fusilado y la corriente juarista asumió el poder total del territorio nacional, fueron desprestigiadas dichas tradiciones por se consideradas como un recuerdo de los invasores a la patria.

Un par de décadas más tarde, ya bajo el gobierno de Porfirio Díaz, en 1878 el general Miguel Negrete, ex ministro de Guerra durante la larga administración del Benemérito de las Américas, decidió retomar la tradición del árbol de Navidad, especialmente por lo que había visto en sus viajes por Europa y los Estados Unidos.

Al ser rival político de Díaz, decidió dar una fiesta para encender el pino y dar regalos a sus colaboradores más cercanos, con el fin de opacar la celebración que daría el general oaxaqueño.

“El árbol sembrado de luces, cubierto de heno, extendía sus ramas a una gran distancia y contenía como 250 juguetes, entre los que casa invitado tenía derecho a elegir uno designado por un número que, de antemano, se repartió; los objetos consistían en juguetes de muy bien gusto y aún de lujo”