Cómo fue el primer encuentro de Raúl Velasco y Pedro Infante

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Cómo fue el primer encuentro de Raúl Velasco y Pedro Infante

Red de corresponsales.

El presentador de Siempre en domingo tuvo la oportunidad de convivir con uno de los iconos más grandes del cine mexicano.

Muchos recuerdan a Raúl Velasco por su aportación a la televisión mexicana a través de Siempre en domingoEn este programa no sólo entretuvo a familias enteras en horario estelar, sino que también fue el sitio donde muchos músicos impulsaron su carrera.

Sin embargo, más allá de la faceta de conductor, productor y hasta organizador de festivales musicales como el Festival Acapulco, Raúl fue un reportero antes que cualquier cosa. No sólo hablaba de espectáculos en general, también contaba con cierta especialización en cine.

Por otra parte, cuando Velasco apenas estaba en los comienzos de su carrera tuvo la fortuna de todavía ver un poco del esplendor de la industria cinematográfica durante la Época de Oro. Fue de este modo que pudo cruzarse con algunas estrellas de gran renombre. Entre ellas, estuvo Pedro Infante.

Cabe aclarar que nunca existió una verdadera cercanía entre Velasco y el “Ídolo de Guamúchil”, pero el en ese entonces reportero pudo apreciar algunas peculiaridades de Infante cuando estaba en público. Así lo recordó alguna vez para Siempre en domingo.

Recordó la primera vez que le dirigió la palabra a Pedro Infante. De acuerdo con declaraciones suyas, Velasco se encontraba en un evento organizado por Jorge Vidal, un periodista que por entonces era el presidente de la organización de Periodistas Cinematográficos de México (PECIME).

Tuvo muchos invitados especiales donde el más destacado fue Pedro Infante. Prueba de ello es que el “Rey de las Rancheras” era abordado por muchos grupos de fanáticas que “le gritaban y se desmayaban a su paso”.

Luego de dedicarles un poco de su tiempo, Infante llegó al cóctel del evento. Raúl vio cómo pedía una bebida y, cuando por fin la tuvo, se fue a sentar a unas escaleras, casi a escondidas. El reportero creyó que vería a Pedro siendo el centro de atención, que sería el protagonista de muchas conversaciones con otros invitados o que deslumbraría a todos por su sola presencia.

Extrañado de verlo escondido entre la multitud, Velasco lo abordó y preguntó al actor qué estaba tomando. Pedro respondió que era agua, puesto que él no bebía alcohol. Raúl, desconcertado por su respuesta, se atrevió a cuestionarle: “¿Cómo? Si en las películas te pones unas borracheras tremendas…”.

Infante no pudo evitar reír “a carcajada abierta” y le aclaró a Raúl que esas mencionadas borracheras no eran más que actuaciones. De hecho, se dice que Pedro muchas veces sólo observaba a la gente en estado de ebriedad para recuperar sus gestos y movimientos cuando a él le tocaba actuar como borracho.

Lo cierto es que el “Ídolo de México” le explicó a Velasco que prefería la vida sana. Se alimentaba bien, hacía ejercicio, levantaba pesas e incluso invitó a Raúl a que lo acompañara en esta última actividad. Por supuesto, Velasco se negó al saber que no tenía la condición física necesaria para manejar pesas.

Luego de ello pasó un tiempo, no se sabe cuánto, pero Velasco implicó que mantuvo cierto contacto con Pedro Infante. En esos días el actor vivía en su residencia de Cuajimalpa, misma que era excéntrica por todo lo que tenía en su interior: un simulador de vuelo, boliche, alberca, cine para 50 personas, gimnasio, carpintería, baño de vapor, billar, una capilla y un sitio para peluquería.

En este último sitio, aseguró el conductor, Pedro Infante se dedicaba a dar servicio a sus amigos y a los niños de ese barrio. Raúl aseguró que el también también cantante lo invitó en varias ocasiones para que le cortara el cabello él mismo. De nueva cuenta, el productor rechazó la oferta pues “Me vas a dejar todo tuzado”.

Según declaró Velasco, Pedro siempre le pareció una persona sencilla, bastante generosa, aficionada al pilotaje de aviones y al motociclismo. Su único talón de Aquiles fue, quizá, el hecho de que era un “enamorado incorregible”, pues era común encontrarlo en su camerino en compañía de una mujer o con la mirada perdida en aquellas que le parecían hermosas.