Cómo luce hoy el sitio en Ciudad de México donde la Santa Inquisición quemaba herejes

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Cómo luce hoy el sitio en Ciudad de México donde la Santa Inquisición quemaba herejes
  • La breve historia de uno de los parques más antiguos de la ciudad

Red de corresponsales

Pocas veces se puede afirmar que debajo de tal edificio o construcción había un cementerio o algún lugar de carácter lúgubre y tétrico que le llega a sacar más de un suspiro a muchas personas que ingenuas y desconocedoras de la verdad, creen con ahínco. Pero en la Alameda Central, no siempre estuvo el bello parque que hoy conocemos.

En lo que hoy se haya el Palacio de Bellas Artes y la Alameda Central hubo antes otros edificios en tiempos del virreinato. De acuerdo con Salvador Novo, estos edificios fueron derribados por el virrey marqués de Croix quien decidió extender el lugar. En aquel espacio, ahora concurrido, se encontraba uno de los quemaderos de la Santa Inquisición.

Dicha expansión fue llevada a cabo en 1770, en esa zona se extendían las plazuelas de Santa Isabel (donde está Bellas Artes) y San Diego (de él solo queda el Laboratorio Arte-Alameda, antes Pinacoteca Virreinal que formaba parte del exconvento de San Diego). En esta última se encontraba uno de los quemaderos de la Santa Inquisición. El virrey marqués de Croix derribó esta, puesto que en San Lázaro también había una, para expandir la cuadrada Alameda.

Los quemaderos de la Inquisición eran reservados para los crímenes de mayor categoría (al menos los marcados por el Santo oficio) como la herejía, la apostasía, el culto a otras creencias, brujería y solicitación de prostitutas. Quemar al responsable tenía cierto simbolismo: el fuego era el mejor purificador del alma. El quemadero de San Lázaro, en cambio, pertenecía a la justicia civil.

Pero la verdadera razón por la cual se quitó el quemadero en San Hipólito era en realidad simple: la iglesia a pesar de llevar a cabo los juicios y las condenas, en realidad no podía ejecutar a los condenados. En cambio estos eran remitidos al quemadero de San Lázaro con las autoridades de la corona que sí podían llevar a cabo este tipo de penas. Por lo que en 1771, esta fue derribada.

De aquel episodio queda una placa cerca de la entrada del hoy Laboratorio Arte-Alameda en la que se indica que enfrente estuvo el quemadero.

Este cambio llevó más o menos a la Alameda que hoy conocemos: los cortes en diagonal que en ella hay llevan a la plazoleta central con una fuente principal y en cada mitad de las calzadas estaban las otras 4 fuentes recién estrenadas en 1775. Este tipo de diseño era francés. En la época de los borbones, el estilo francés era destacable.

Durante ese tiempo la Alameda estaba cercada por un muro de piedra y había puentes de acceso para la carrocería ya que estaba rodeada por una acequia que después sería retirada con el establecimiento de los Habsburgo en México debido al aspecto húmedo y el lodazal que esta causaba. Los subsecuentes virreyes se concentrarían en plantar diversos arboles en el parque traídos de Coyoacán.

Los mayores cambios vinieron con los Habsburgo con el establecimiento del imperio francés -Salvador Novo atribuye esto a Carlota- pues no solo quitaron las acequias, sino que derribaron los muros, cambiaron los céspedes e instalaron faros de luz con trementina y aguardiente dentro del frondoso parque que posteriormente serían reemplazadas por farolas eléctricas.

Durante el porfiriato de 1870 para adelante se trató de mantener en buen estado el parque y se cambiaría el kiosco Morisco en 1909 para dar paso al hemiciclo de Benito Juárez.

En la actualidad sigue siendo uno de los parques más concurridos de la zona. En 2012 fue cerrado por ocho meses para recibir remodelaciones en las que se cambió el suelo por uno de mármol, se plantaron 770 arboles y se le dio mantenimiento a las fuentes, además de la instalación de luces Led. Estos cambios tuvieron un costo 200 millones de pesos.