A propósito de la celebración del 30 de abril, Día del Niño, México le debe mucho a sus infantes, pues si bien en las últimas dos décadas el país ha logrado avanzar en materia de procuración de diversos derechos básicos de los niños, como alimentación e identidad, lo cierto es que persisten delicados flagelos como la inasistencia escolar, inseguridad, servicios de salud y trabajo infantil que deben atenderse con políticas públicas de fondo para lograr soluciones estructurales, aseguró la organización Razón, Autonomía y Derecho (RAUDER).
En 1924, el entonces presidente Álvaro Obregón, oficializó el 30 de abril como el Día del Niño en México, fecha elegida en sintonía con la Declaración de Ginebra sobre los Derechos de los Niños promulgada ese mismo año. Dichas conmemoraciones reconocieron la existencia de derechos específicos para los infantes, en aras de procurarles la mejor calidad de vida.
A partir de entonces, México, como el resto de las naciones, han realizado una serie de acciones orientadas a materializar los 10 principios básicos de la Declaración de Ginebra, entre los que destacan tópicos como acceso a la alimentación, salud, educación, seguridad, entre otros.

Sin embargo, a pesar de que ha transitado más de un siglo desde aquella promulgación, la realidad es que México enfrenta sensibles rezagos en rubros como educación y trabajo infantil, flagelos que no distinguen género ni localidad.
Rafael Lara, presidente de RAUDER, alerta que México está en profunda deuda respecto a sus infantes por diversas razones, como el hecho de que al menos 3.7 millones de menores de edad desempeñen trabajo infantil, cifra que representa el 13.1 por ciento del total de esa población, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
“Por más discursos triunfalistas de nuestras autoridades, es claro que la realidad evidencia los rezagos: 13 de cada 100 menores de edad en México se encuentran trabajando en actividades como agricultura, comercio y construcción; y son niñas y niños, tanto de zonas rurales como urbanas; mientras un solo niño sea sometido a labores productivas no podremos sostener que en el país se haya erradicado el trabajo infantil, actividad tan perversa y dañina para el desarrollo de cualquier infante”, aseguró el especialista en derechos humanos.
El también activista alertó que adicional al desgaste físico y emocional que implica el trabajo infantil, ese flagelo también conlleva la inasistencia escolar, condición que extermina oportunidades de desarrollo mental y educativo para poder superar su condición de segregación o pobreza.


“El hecho de que los infantes sean obligados a cumplir jornadas de trabajo les impide acudir a la escuela; datos oficiales revelan que 43 por ciento de los niños y 33 por ciento de las niñas que trabajan no acuden al colegio; ese dato es, por si no fuera suficiente, es por demás preocupante, ya que esa condición prácticamente condena a esos infantes a un futuro adverso y con escasas oportunidades de desarrollo”, alertó el presidente de RAUDER.
Incluso, el abogado constitucionalista refirió que del universo de infantes que realizan trabajo infantil en México, alrededor de dos millones realizan ocupaciones no permitidas, es decir, actividades que representan un riesgo para su salud o desarrollo.
“Estas ocupaciones incluyen trabajos peligrosos, insalubres o que pueden afectar la moralidad o buenas costumbres del menor; en este sentido, el sector agropecuario concentra el 29.2 por ciento de los infantes en dichas condiciones, seguido por el área de servicios con el 25 por ciento y el comercio con el 22.8, según el INEGI”, agregó Rafael Lara.


Por lo anterior, el presidente de RAUDER exhortó a los tres órdenes de gobierno a definir y ejecutar acciones encaminadas a combatir el trabajo infantil, a través de programas de monitoreo y vigilancia en centros de trabajo; becas y apoyos económicos a menores de edad en condición de riesgo; concientización a padres de familia sobre los riesgos de someter a sus hijos a actividades productivas; y aplicación efectiva de la Ley Federal del Trabajo.
“Más allá de celebrar con festivales el 30 de abril, también debe significar un día para reflexionar y concientizar sobre los grandes pendientes que tenemos con nuestros infantes; sin duda, millones de niños mexicanos tendrán pocas razones o ninguna para festejar en esta fecha”, afirmó Rafael Lara.