Cuál fue la última voluntad de Hernán Cortés

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  • Antes de morir, el emperador español dejó un testamento de casi 400 páginas en el que estableció sus deseos.

Red de corresponsales

Hernán Cortés murió el 2 de diciembre de 1547, en Castilleja de la Cuesta, Sevilla; su voluntad era que se construyera un monasterio en Coyoacán y ser enterrado en la Nueva España.

Sus restos rindieron tributo a lo que fue en vida y siguieron viajando a pesar de sus verdaderos deseos; un peregrinaje de cuatrocientos años, en nueve sitios distintos.

En los primeros años después de su muerte tuvo varios entierros, el primero fue en el monasterio de San Isidoro, en la cripta del duque de Medina Sidonia.

Pasó el tiempo y Hernán Cortés seguía emprendiendo viajes aun ya siendo un difunto cuya muerte llevaba varios años.

Su constante peregrinar comenzó en 1550, cuando cambiaron de lugar sus restos: en el mismo monasterio pero debajo de un arco del altar a Santa Catarina.

Dieciséis años después, su hijo Martín Cortés otorgó los poderes para mandarlo a la Nueva España en 1566.

Una caja de cedro y plomo contenía la urna de cristal con sus huesos y fueron trasladados a la iglesia de San Francisco de Texcoco donde permaneció 60 años.

Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano fue un importante personaje que lideró la expedición española a Tenochtitlan a principios del siglo XVI, convirtiéndose en el primer hombre de ascendencia española que gobernaría nuestro territorio.

Trescientos años más tarde, el cura jesuita Mariano Cuevas daría cuenta del testamento del capitán español, que también pondría a debate la autenticidad del símil hallado en 1602, atesorado por el Archivo Nacional de México.

De acuerdo con el investigador Francisco Guerra, en este documento escrito por Hernán Cortés, el conquistador plasmó como otro de sus deseos el mantener en funcionamiento algunos hospitales como fueron: dos en Sevilla, España y uno más en México.

No obstante, desde una perspectiva diferente de la historia, se dice que la última voluntad del español era que se iniciase la edificación de un monasterio de la orden de San Francisco en Coyoacán, hoy Ciudad de México.

El lugar que, según los expertos, mencionaba Cortés sería ocupado como mausoleo, únicamente para él y sus hijos, o bien, su familia.

Cortés además dejó la orden para que en su antiguo domicilio, también en Coyoacán, fuera construido un colegio de teología y derecho canónico.

El gobernador de la Nueva España tenía muy claro volver a México cuando en 1541 tuvo que viajar de vuelta a su país. Desafortunadamente ese último deseo no se le cumplió como esperaba puesto que falleció en su tierra natal.

En términos generales, la última palabra de Cortés fue que sus restos descansaran por la eternidad en Nueva España por todo el empeño que él había puesto en el territorio.

Esta petición se cumplió finalmente, no sin antes causar revuelo y dividir opiniones del pueblo mexicano que muchas veces tiene de Cortés el concepto de un saqueador e invasor.

Aunado a esto último, en distintas ocasiones los mexicanos han alzado la voz para que Hernán Cortés sea enviado de vuelta a España, algunos otros han querido difamar sus restos amenazando con destruirlos, argumentando que se trata de una persona que no merece tanto respeto.

Al día de hoy, su tumba está ubicada donde la iglesia de Jesús Nazareno, misma que se encuentra en la calle República del Salvador, en el corazón de nuestra Ciudad de México que alguna vez fue México Tenochtitlan.